«Veo que para ser hombre en plenitud,
para morir como hombre completo,
para haber sido debo convertirme en palabra.
Contar para existir. Ser es ser dicho».
José Manuel Briceño Guerrero (Jonuel Brigue)
Dóulos Oukóon
Después de tantos años, la obra entera de José Manuel Briceño Guerrero estará a disposición de los lectores de todo el mundo, en ediciones totalmente corregidas, cuidadas y detalladas.
Formato y ediciones: Tapa dura, tapa blanda, libro de bolsillo, digital
Un guerrillero, en el aeropuerto y herido, en espera de su exilio forzado, se pregunta por la esencia de su ser y se conecta con la voz primigenia que lo impele a contestar sobre lo fundamental. Acude a la memoria de su vida y entra a un mundo mágico de increíbles dimensiones que lo llevan a él y al lector a los temas más misteriosos y trascendentales en donde se juntan lo sagrado y lo profano, lo eterno y lo efímero; la cabeza y la cola de la serpiente anfisbena que se muerde a sí misma y junta lo terrestre y lo celeste en la eternidad.
Formato y ediciones: Tapa dura, tapa blanda, libro de bolsillo, digital
Este libro es la narración de un viaje de retorno hacia las preguntas fundamentales del ser, al tiempo en que da luces de alcance muy profundo para despejar la incertidumbre y la ignorancia primeras de la condición humana: su origen. Esta magnífica obra de alcances metafísicos, filosóficos y estéticos muy aquilatados manifiesta la búsqueda auténtica y consciente de Dios y deconstruye su imagen mediante un fascinante viaje a través de diversas formas culturales y épocas en las que el ser humano ha aspirado a responder esta gran incógnita y logra convertir la abstracción divina en verbo.
Dios es mi laberinto es también un constructo verbal cuyo fin último está en volver a una pregunta y al misterio en ella implícito; ¿Qué es Dios? Sin embargo, todo intento de respuesta está puesto en escrutinio, el autor busca entre las periferias el centro oculto e inefable a través de un laberinto forjado en la experiencia vívida e individual del buscador-personaje principal: Kabir.
Formato y ediciones: Tapa dura, tapa blanda, libro de bolsillo, digital
Dóulos Oukóon se resume a sí mismo; el extraño nombre del personaje es la transcripción de lo que en griego antiguo habría de traducirse como «esclavo no siendo». Es la historia de alguien que ya no encuentra límites de ser, hacer y estar en cualquier plano del universo y que ha condescendido —por amor— a volver a este planeta de amnésicos que es la Tierra, oculto como sencillo reparador de radios viejos, con el fin de rescatar a través de la memoria a su amada Helena Ukusa, cuya figura solo era comparable a la de Dóulos Oukóon pero que se ha olvidado de ello y se ha vuelto una humana más para quien la realidad solo está bajo una gruesa capa de apariencias que la esconde. Al adentrarnos en sus páginas, este libro se agiganta, se desmesura, se abre como planta exótica al contacto con el agua de la inteligencia, a la que también despierta, quiera uno o no. Su lenguaje es ancestral y al mismo tiempo nuevo, distinto y distintivo de un estilo logrado con sabiduría y paciencia. En él se ha labrado cada imagen, cada idea, cada palabra de las que sirven para construir las diez más hermosas cartas de amor que uno pueda imaginar y hasta reescribir cada vez que la vida lo ponga en algún trance de tomar decisiones.
Formato y ediciones: Tapa dura, tapa blanda, libro de bolsillo, digital
Matices de Matisse
(Mérida, Venezuela, 2000)
Durante un viaje al sur de Francia, en Vence, un escritor se encuentra (¿casual o deliberadamente?) con la capilla del Rosario en cuyo interior abundan las obras del genial Henri Matisse y que difuminan la línea entre el arte y la iluminación mística. El buscador dialoga con la esencia del mismo Matisse, trascendiendo tiempo y espacio. El pintor revela muchísimo de lo que ha hecho y de lo que lo ha inspirado. Al tiempo en que corre el velo de sí mismo, va descubriendo a su intemporal compañero de conversa; se produce entonces la magia de este libro singular, cuyo abordaje del pintor, es, sin duda, único, como única es su manera de mostrarnos el verdadero sentido del arte y de su resonancia en nuestro interior.
«Era ya viejo y estaba enfermo cuando vino a este pueblo. Siendo ateo, convenció a las monjas de que creían en Dios; ¡qué sinvergüenza! Aunque tal vez no las engañó, sí creía en Dios, pero no dijo que, para él, Dios era Matisse».