Durante un viaje al sur de Francia, en Vence, un escritor se encuentra (¿casual o deliberadamente?) con la capilla del Rosario en cuyo interior abundan las obras del genial Henri Matisse y que difuminan la línea entre el arte y la iluminación mística. El buscador dialoga con la esencia del mismo Matisse, trascendiendo tiempo y espacio. El pintor revela muchísimo de lo que ha hecho y de lo que lo ha inspirado. Al tiempo en que corre el velo de sí mismo, va descubriendo a su intemporal compañero de conversa; se produce entonces la magia de este libro singular, cuyo abordaje del pintor, es, sin duda, único, como única es su manera de mostrarnos el verdadero sentido del arte y de su resonancia en nuestro interior.
«Era ya viejo y estaba enfermo cuando vino a este pueblo. Siendo ateo, convenció a las monjas de que creían en Dios; ¡qué sinvergüenza! Aunque tal vez no las engañó, sí creía en Dios, pero no dijo que, para él, Dios era Matisse».